Fallece Ramón El Portugués, inolvidable cantaor flamenco esencial
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Ramón Suárez Salazar, más conocido como Ramón El Portugués, ha fallecido este 16 de junio de 2025, dejando tras de sí una estela que no se borra. Tenía 77 años. El arte del cante de uno de los cantaores más interesantes en décadas, ese arte ya forma parte de aquel rincón sagrado donde sólo habitan los inolvidables.
Nacido durante la Feria Chica de Mérida del año 1948, Ramón ha sido un cantaor más largo de lo que muchos creerían, sabio en los silencios y preciso en el compás. Referencia y estilo propio para el flamenco de los pueblos de Badajoz y el ámbito flamenco en general, creador de momentos por jaleos que eran emoción, inspirador de nuevos caminos de sentido conceptual para los tangos de esta región pacense.
Sobrino y yerno del legendario Porrina de Badajoz, hermano del enorme cantaor Guadiana, hijo de Musiquina, Ramón es tronco de una de las mejores sagas flamencas familiares del sur peninsular. Ramón El Portugués es padre de Paquete, ganador de varios Latin Grammy como productor musical de El Cigala y Tomatito, guitarrista de elegante sonido y propio estilo flamenco en La Barbería del Sur, que comenzó a ofrecer el lado musical poético en aquellos Jóvenes Flamencos de Nuevos Medios. El Portugués también es padre de percusionistas como Ramón Porrina, quien además de crear algunas de las principales falsetas para cajón flamenco, es fundador de Echegaray Street Band junto a su hermano Piraña, quien a su vez fue percusionista en la última banda de Paco de Lucía. Incluso el hermano percusionista más joven de los hijos de Ramón, Sabú, ha trabajado en las compañías de Antonio Canales, Sara Baras y Joaquín Cortés.
Siendo Ramón todavía un niño, con apenas 12 o 13 años ya cantaba junto a su tío Porrina en Torres Bermejas, Los Canasteros de Caracol, Corral de la Morería... Más adelante llegó su primer viaje a Japón, formar parte del Ballet Nacional de España, grandes noches en festivales junto a Camarón, Pansequito, El Güito... Todos sabían que, cuando Ramón cantaba, se despertaba la profundidad del aire.
Su cante influenció incluso al mismísimo Camarón de la Isla, que escuchaba en los jaleos y tangos de Ramón una esencia única. Y es que lo suyo no era simple imitación de cantes que escuchase previamente, lo de Ramón cantando era alma. Y llevaba ese alma en la garganta.
Una voz rota y fina al mismo tiempo, con un sentido gitano muy personal, Ramón El Portugués sabía volverse aire, dolor o alegría según lo pidiera el cante. Siempre con ese concepto suyo, inconfundible, que es lo que diferencia al buen cantaor del simple imitador.
Su discografía no es extensa, pero sí necesaria. Gitanos de la Plaza (1992), junto a Tomatito, los Habichuela, El Bola y su hijo Paquete, es una de las mejores joyas del catálogo de Nuevos Medios de Mario Pacheco. Su último disco fue Jaleo, a dúo con su hermano Guadiana, en el año 2014.
Pero más allá de su voz, Ramón es también un hombre bueno. Fue querido por todos: desde los más jóvenes hasta los más viejos.
Ramón El Portugués ha fallecido, pero su eco no se va. Podrá encontrarse en la esencia de los cantaores que en el futuro imiten sus conceptos, cuando quieran cantar por jaleos. Ramón estará en sus hijos y en sus discos, habitando en la memoria de quienes lo escucharon una vez y se quedaron con su voz.
Ramón El Portugués no ha muerto. Se fue a ser gitano aire pacense de cantes en algún lugar del tiempo. Y quien sepa escuchar, sabrá que todavía está. Que su voz no se apaga. El arte del cante si es arte no se entierra, permanece respirando en los que vienen detrás, sigue cantando en los bordes del silencio. Los grandes nunca desaparecen.
Texto: Jaci González
Foto: Mario Pacheco.