El mundo flamenco de Duquende y Chicuelo triunfa en Madrid
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Con las entradas agotadas desde varios días antes, el gran cantaor de Sabadell demostró el pasado viernes 31 de enero por qué le corresponde ser una de las voces más respetables del flamenco actual. Fue en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, concierto dentro del ciclo Andalucía Flamenca organizado por el Centro Nacional de Difusión Musical.
Todos conocemos esa etiqueta que se pone a muchos cantaores: camaronero. En ocasiones se utiliza para bien, para comparar el parecido de un artista con el genio cañailla, cosa que no es fácil. En ocasiones se utiliza para mal, denostativo, como queriendo decir que un cantaor no pasa de intentar imitar a otro anterior.
Duquende, en su concierto del pasado 31 de enero en Madrid, demostró que él ante todo es Duquende. Sí, de origen camaronero, pero lo Duquende es un camino muy propio desde hace bastantes años. No es lo mismo pasarse la vida aprovechando tener una voz similar a José, que partir desde esa suerte para trabajarse con los años un nuevo camino a seguir. Duquende sabe qué es lo que canta y por qué. Sabe que Camarón es grande porque se llevó al terreno del compás y la afinación perfecta todo lo que sucedió antes que él. Por eso mismo, porque sabe situar y colocar cada asunto flamenco en su sitio, Duquende no se conforma con cantar parecido a Camarón en plan imitación, coge a José como interesante punto de partida pero la meta de Duquende es un mundo propio.
Le tiene respeto al escenario, tanto es así que aún parece darle timidez salir ante el público, con la de vueltas al mundo que lleva. Pero esa “lache” se la quita rápido Chicuelo, guitarrista que es el compañero ideal para Duquende, él sabe como provocar al cantaor para que muestre todo lo interesante que tiene para ofrecer.
Por eso, comenzando el concierto, por encima de la timidez se evidencia la elegancia de su cante por taranta, rematando con arte con la cartagenera clásica. Y así comienza un recital que podría durar horas, porque Duquende hace algo que debería ser esencial en todo artista: no aburre.
Muchas veces, los recitales de cante se hacen pesados por la previsibilidad, ver venir de lejos hacia dónde va la línea melódica, que es como quien va al cine a ver una película conociendo todo el argumento. ¿Por qué Duquende no aburre? Porque en el momento más inesperado sorprende con un giro argumental, llevándose el cante hacia donde no es imaginable, resuelve por la opción menos prevista. Así lo hizo esta noche por soleá, en unas cantiñas posteriores en las que incluyó una perspectiva propia para la cantiña del contrabandista, la solemnidad acertada de la seguiriya, esos fandangos con arte dedicados al maestro Morente, por tangos que se hicieron grandes en estilos extremeños, las bulerías en las que puede suceder todo tipo de cosas buenas… Hasta el baile de Duquende al cante de Chicuelo después de dos bises provocados por sonoras ovaciones. Lo de las entradas agotadas previamente, y las ovaciones posteriores, fueron asuntos merecidos.
Texto: Jaci González
Fotos: Pacolega